¿CÓMO HACERSE HOMBRE EN TIEMPOS DE FEMINISMO?
Los estudios sobre masculinidades comprenden una serie de procesos desarrollados en el mundo durante los últimos 30 años, que se proponen repensar la construcción de identidad y género de los hombres en medio de los cambios políticos y sociales impulsados por el feminismo.
¿Que define lo masculino? ¿Qué hace hombre a un hombre? ¿Qué desafíos tienen los varones en pleno auge del feminismo? Son algunas de las preguntas que se trataron de responder en el V Coloquio internacional de estudios sobre varones y masculinidades, titulado “Patriarcado en el siglo XXI: cambios y resistencias”.
Klaudio Duarte, sociólogo, académico e investigador de la Universidad de Chile, señala que si bien los estudios de masculinidades llevan décadas desarrollándose, es en los últimos 30 años donde se ha vuelto más urgente develar la forma en que se produce la construcción de la identidad del sujeto masculino: “Los hombres aprendemos a ser hombres. No nacemos machistas, aprendernos a reproducir patriarcado a través del sexismo, la homofobia, el falocentrismo, la heteronormatividad. Lo importante es que esos aprendizajes se pueden desaprender, lo que implica necesariamente una lucha política”.

Masculinidad hegemónica.
Cristian González Arriola, psicólogo e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM, señala que desde una perspectiva de género es posible desnaturalizar la condición de subordinación de las mujeres y la condición misma de los hombres, es decir, “mediante lo que Judith Butler llama performatividad es que nosotros vamos innovando esta condición de género que pareciera ser dada pero que nosotros al momento de hacer fuera de la norma, me parece estamos resignificando y reinterpretando lo que implica ser hombre y ser mujer”.
González Arriola toma del filósofo francés Pierre Bourdieu el concepto de "habitus", es decir, observa una relación entre las formas de actuar, pensar y sentir asociados a la posición social y cultural de los sujetos. Desde el punto de vista del género, el habitus estaría conformado por una masculinidad hegemónica fundada en el machismo y en la superioridad de un género por sobre el otro. “Se enseña a los hombres desde niños a no mostrar emociones o signos de debilidad: a ocultar todo lo que lo acerque a lo femenino. Los hombres tenemos que demostrar ser hombres de manera constante y periódica y la masculinidad existe en oposición a lo femenino y es por eso se construye en relación a nosotros, las parejas, los amigos, los colegas”, señaló.
Así, se comprende la masculinidad como un sentido de significados que van cambiando y reinterpretándose. “Seguir hablando de hombres agresores y mujeres víctimas supone un discurso cómodo y políticamente correcto”, declaró González Arriola y explicó que desde la perspectiva de algunos autores, la masculinidad, en tanto construcción cultural, estaría referida más a una posición de poder respecto de otros, que a una condición biológica. De esta forma, y en opinión a ciertos teóricos feministas, la masculinidad podría ser ejercida también por mujeres.
Oprimidos pero con privilegios.
Los estudios sobre masculinidades han develado una serie de aspectos que se desconocían respecto a los procesos de construcción de la identidad masculina. En este sentido, la teoría de género ha sido un aporte fundamental para desmitificar el determinismo biológico que se creía, dominaba a los hombres.
Bajo este punto de vista, el patriarcado, entendido como un proceso histórico y contingente, victimiza tanto a hombres como a mujeres. La imposición social de tener que parecer machos, duros, competitivos, falogocentricos, constituyen una forma de sumisión sistemática.
Klaudio Duarte señala que si bien el patriarcado oprime a los hombres, éstos conservan intactos los privilegios que les otorga: “Ser los primeros en sentarnos a la mesa, comernos el plato de comida más grande, ser aquí mismo en la Universidad de Chile los que ganamos el mejor salario respecto a nuestras colegas, los que podemos ejercer violencia, piropear a las mujeres en la calle y tocarles el trasero en el metro sin que nadie diga nada, porque esa violencia está naturalizada”, señaló y agregó que no se trata de construir un discurso bajo la lógica del empate entre hombres y mujeres, porque “mientras los varones no soltemos esos privilegios, esa idea de que somos víctimas del patriarcado no va a poder ser asumida por nosotros”.

Devenir padre.
Convertirse en padre representa un cambio fundamental en la vida de los hombres y tiene un amplio impacto en la construcción de sus subjetividades. David Amorín, psicólogo y académico de la Universidad de la República de Uruguay, señala que los hombres de mediana edad sienten que son mucho mejores padres que sus propios progenitores. Según el investigador, los padres actuales buscan mantener una comunicación saludable con la prole, apoyar y promocionar iniciativas de los hijos, estar más receptivos, disponibles y tener actitudes lúdicas y de diversión.
Por su parte, los resultados de la Encuesta Internacional de Masculinidades y Equidad de Género IMAGES Chile, realizada en 2011 confirmaron que vivimos en un ordenamiento de género con profundas desigualdades y con aún persiste la existencia de roles estereotipados y segregadores para hombres y mujeres.

La encuesta arrojó que mientras más de la mitad de los hombres reportaron jugar con sus hijas/os en casa, apenas un tercio cambia pañales, prepara alimentos, baña a sus hijas/os, y apoyar en tareas escolares. Mientras que un 63.7 % de los hombres reportan que la mujer cuida diariamente (siempre o usualmente) a sus hijas o hijos, un 80% de las mujeres señala hacerlo.
En la investigación recogida en su libro Adultez y Masculinidad: la crisis después de los 40, David Amorín señala que “una de las modificaciones en la identidad de género masculina es la existencia de una mayor capacidad para desplegar sentimientos y actitudes afectivas para con los demás sin que esto, dentro de ciertos umbrales, amenace los estereotipos de virilidad exigidos al varón por mandatos culturales de larga data. Esta condición parece relacionarse directamente con la mejor capacidad hacia los hijos/as, en lo que hace a la comunicación, el apoyo y confianza, la receptividad y disposición”.
La esfera doméstica como punto crítico en las masculinidades.
Si bien se encuentra ampliamente aceptado que los hombres, durante las últimas décadas, han desarrollado un relevante proceso de integración a las actividades reconocidas patriarcalmente como femeninas, aún conservan intactos los privilegios que históricamente han ostentado.
En su investigación en curso titulada "Relaciones de género y arreglos domésticos: la configuración de nuevas masculinidades", la doctora en filosofía y académica de la Universidad de Concepción, Lucía Saldaña, señala que existe un intento de complementariedad, marcada por acuerdos emergentes tendientes a la resolución democrática.

Esta complementariedad se da con la salvedad de que los varones tienen la potestad para decidir qué tipo de actividad realizarán, mientras que son las mujeres las que asumen las tareas domésticas más incómodas pero relevantes del hogar. “Aún no encontramos hombres que limpien baños”, señaló Saldaña.
Respecto a este tema, la encuesta IMAGES Chile de 2011, arrojó que entre un 62.6 % y un 73.7% de los varones dice que su pareja generalmente hace más o hace todas las tareas como preparar alimentos, lavar ropa, hacer aseo o limpiar el baño.
Patriarcado y Pluridominio.
El patriarcado no opera solo. Se trata de un proceso que se constituye de manera conjunta y simultánea con otros dispositivos de dominio. Está siempre actualizándose en las nuevas coyunturas y produciendo nuevas formas de expresarse. Por eso resulta de suma relevancia para los hombres y las mujeres feministas poder identificar los nuevos modos en que el patriarcado se hace espacio en todo orden de cosas.
Bajo esta lógica, las conclusiones del V Coloquio Internacional de Estudios sobre Varones y Masculinidades señalan que el patriarcado se entronca con un sistema de dominio que tiene como base la economía capitalista, el racismo y el adultocentrismo.

Además, la construcción social del binarismo hombre/mujer daría lugar a una serie de preceptos represivos conocidos como heteronormatividad, es decir, un conjunto de normas sociales que entraman una relación de poder y que reglamentan el género en términos binarios, normalizando las relaciones heterosexuales idealizadas como una forma connatural del ser humano.
En este sentido González Arriola señala que, resulta fundamental revisar permanentemente nuestras conductas, pues el patriarcado y el machismo se filtran en los lugares más inusitados y adquieren formas no tradicionales de manifestarse.
Sobre las perspectivas que abren los estudios sobre masculinidades y su rol en el contexto actual, Klaudio Duarte concluye: “A lo que nos está llevando esta discusión es que se puede ser hombre, colaborativo, solidario, tierno y no hay que desarrollar el lado femenino de la masculinidad; sino que hay que desarrollar ese aspecto de la masculinidad que ancestralmente parece que tuvimos los seres humanos y que por esta revolución del patriarcado se instaló como una negación para los varones”.
Mi perspectiva hacia el cambio del lado machista a ser un hombre en tiempos de feminismo, en la sociedad mexicana.
Yo creo que la mujer hoy en día tiene los mismos derechos del hombre pero en algunas ocasiones no se siente capaz de ejercer estos derechos, su principal obstáculo son las normas morales, a la mujer desde niña se le ha enseñado que debe ser sumisa y obedecer a su esposo, la cultura es la que la va moldeando para ser dependiente del hombre, en este aspecto creo que el papel de la mujer esta jugando cambios muy lentos en México, ya que en otros lugares las mujeres son iguales en derechos ante los hombres, de hecho ese es el principal problema, la mujer mexicana tiene el "sueño" de que algún día se cree una utopía en dónde se le trate como una reina y donde existan leyes que digan que la mujer debe ganar lo mismo que los hombres, que se le deben de dar 9 meses de incapacidad por embarazo y cosas por el estilo, la verdad es que esto no puede ser, al menos no ahora, tenemos que cambiar y moldear muchas mentes en la sociedad para que eso pase, en el ramo empresarial no existen hombres o mujeres, aquí quien manda es la empresa, y esta quiere que exista rendimiento por parte de sus empleados, un empleado que no trabaja es perdida para la empresa, suena muy cruel y no quiero parecer cruel, pero la respuesta a la igualdad de género no va por el camino que queremos trazar las mujeres, en otros países las mujeres son mas visionarias, son personas que tienen bien definido su destino y lo que son, en México la mujer sigue pensando en su príncipe azul, aquel hombre bien parecido, buen padre y esposo, con mucho dinero que la tratara super bien, esto demuestra la dependencia que la mujer tiene hacia los hombres y de hecho una mujer mexicana no concibe planear su vida de manera individual, siempre esta en función del hombre, en otros países las mujeres son suficientemente capaces de planear su vida a futuro sin la intervención de un esposo, esto se da porque están seguras de poder lograr, la mujer mexicana es insegura y se siente débil, su carácter es débil, no se puede hablar de equidad de genero cuando la mujer es la que no esta dispuesta a cambiar.
Más difícil es el hecho de que las mujeres son las principales machistas dentro de nuestra sociedad, casi siempre la madre es la que le da al hijo libertades para todo, aparte busca que sea rudo, que no demuestre sus emociones, y a las mujeres se les impone que deben de ser sumisas, se les impone que sean obedientes, bajo un esquema de normas morales, obligan a pensar a la mujer que no es nada en la vida, una vez una maestra de psicología social nos contó que se había dado cuenta que a las asambleas a las que iba siempre se elegía a los hombres para ser presidente de la asamblea, cosa curiosa pues los hombres eran minoría, entonces mi maestra le propuso a la compañera que estaba alado que esta ves debería ser una mujer que presida la asamblea, la respuesta de esta persona fue que prefería mil veces que fuera un hombre porque ella nunca iba a votar por una mujer. Después de este relato comprendí que la principal amenaza de una mujer es otra mujer, las mujeres se boicotean entre sí, ese es el principal defecto de la mujer mexicana. Claro las nuevas generaciones y antepasado, han estado impulsando por un cambio de ideas y valores en las mujeres mexicanas para que al educar a hijos e hijas estos no tengan un trato preferencial, ya que ambos son aptos para hacer cualquier tipo de tareas pero son muy contadas y contados los que han estado impulsando estas ideas, es por eso que el camino hacia una igualdad es lenta pero no imposible.
Escrito por:
María de los Angeles J.C.

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